Primero felicitar a la duquesa, porque si ha llegado a cifras octogenarias, probablemente ha sido porque ha sabido oponerse a su familia cuando fue necesario. Llegar a esa edad, en la que la mayoría de los que te rodean piensa que uno tendría que estar muerto o enfermo, con la pasión necesaria para casarse, aún con la oposición de toda la familia, es digno de admirar.
Queda patente la franca oposición familiar, que no era sólo económica, sino moral, porque incluso "salvada la herencia", seguían oponiéndose ¿cómo se explica sino la ausencia de su hija, que el día anterior a la boda estuvo ingresada por varicela? Curioso ¿no?. Sólo faltaron a la boda de su madre ella y su hermano Jacobo, Conde de Siruela, porque la duquesa de Alba dijo que su esposa era “muy mala persona y una envidiosa”.
No me extrañaría que con esa pasión, "les entierre a todos", como ella misma les dijo, interpretándoles el deseo de muerte sobre ella. Hay que ser cruel a veces para llegar vivo a la vejez.
En fin, para separarse de la ideología familiar, lo mejor es el psicoanálisis.